La hija pequeña
La hija pequeña
Me llamo Fatima Daas. Soy la mazozia, la menor, la hija pequeña. Mi padre esperaba que yo fuera un chico. Soy francesa, de origen argelino. Musulmana practicante. Una chica de Clichy que pasa más de tres horas diarias en el transporte público. Una turista. Una chica de barrio que observa los comportamientos parisinos. Soy una mentirosa, una pecadora. De adolescente, soy una alumna inestable. De adulta, soy una superinadaptada. Escribo historias para evitar vivir la mía. He estado cuatro años de terapia. Es mi relación más larga. El amor era tabú en casa, las manifestaciones de ternura, la sexualidad también. Me creo partidaria del poliamor. Cuando Nina apareció en mi vida, no sabía en absoluto qué necesitaba ni lo que me faltaba. Me llamo Fatima Daas. Mi nombre es el de un personaje simbólico del islam. Un nombre que no se puede ensuciar. En mi casa, ensuciar es deshonrar. No sé si soy digna de mi nombre.
«El monólogo de Fátima Daas está construido a partir de fragmentos, como si actualizara a Barthes y Mauriac para su barrio de Clichy-sous-Bois, en el extrarradio parisino. Fátima esculpe un retrato, como un escultor paciente y atento... o como un artificiero, que consciente de que cada palabra podría hacer que todo estallara, las escoge con un cuidado infinito. Aquí la escritura busca inventar lo imposible: cómo conciliarlo todo, cómo respirar en la vergüenza, cómo bailar en un callejón sin salida hasta abrir una puerta donde se levantaba un muro. Aquí, la escritura triunfa desde un perfil discreto, sin tratar de hacer demasiado ruido, en un impulso de ternura inaudita hacia los suyos, y es desde la delicadeza de su estilo por donde Fátima Daas abre su brecha.» Virginie Despentes