Lo profesional versus lo íntimo: 143 años de Virginia Woolf

Lo profesional versus lo íntimo: 143 años de Virginia Woolf

Este sábado conmemoramos el nacimiento de una de las voces más influyentes de la literatura moderna: Virginia Woolf. Escritora, ensayista y editora, Woolf no sólo transformó el panorama literario del siglo XX, sino que también dejó un legado que sigue resonando en el mundo contemporáneo.

Virginia Woolf nació el 25 de enero de 1882 en Londres, en una familia de intelectuales que fomentó su amor por los libros desde temprana edad. Sin embargo, su vida estuvo marcada por episodios de dolor y pérdidas personales, como la muerte de su madre, su hermana y su padre, que afectaron profundamente su salud mental. Estos desafíos, lejos de detenerla, nutrieron su sensibilidad y se reflejaron en su escritura. Al morir su padre –Sir Leslie Stephen– se traslada junto a su hermana Vanessa desde el elegante Kensington al más modesto barrio de Bloomsbury que ha dado nombre al brillante y reducido grupo de intelectuales que rodearon a las hermanas Stephen. 

En 1917, junto a su esposo Leonard Woolf, fundó la editorial Hogarth Press, que publicó no solo sus obras, sino también a otros autores fundamentales como T. S. Eliot, Katherine Mansfield y Sigmund Freud. Este proyecto editorial le dio una libertad creativa que pocos escritores de la época disfrutaron.

Aunque conocida principalmente por sus novelas como La señora Dalloway, Al faro y Orlando, la contribución de Woolf al género del ensayo es igualmente destacable. Obras como Una habitación propia no solo redefinieron el feminismo literario, sino que también inspiraron a generaciones de escritoras y lectoras a reclamar un espacio para sus voces. En sus ensayos, Woolf combinaba una sensibilidad lírica con un agudo sentido crítico. Por ejemplo, en El lector común, exploró la relación entre la literatura y el público, mientras que en La muerte de la polilla mostró los dilemas de la creatividad y el oficio literario. Su capacidad para captar los matices de la experiencia humana también se refleja en su correspondencia, donde las cartas no solo documentan su vida personal, sino también su profundo compromiso con las letras.

Virginia Woolf llamó La habitación propia a aquel espacio que cada mujer necesitaba habitar para poder crear y ser libre. Este ensayo fue publicado el 24 de octubre de 1929, pero fue leído con anticipación por la autora en una serie de conferencias que realizó en octubre de 1928. En el ensayo Profesiones para mujeres, que la autora destacó en su diario que era una secuela de A room of one’s own, fue leído en la National Society for Women’s Services el 21 de enero de 1931, la autora dice la habitación es tuya, pero sigue desnuda”. Sólo en tres años la autora pudo ver el pronunciado avance en torno a la adquisición de dinero de las mujeres, al estar presentes en aquellas carreras universitarias y trabajos que antes eran designados “masculinos”.

Ella logra esta observación después de ocupar la esfera laboral como escritora y editora, pero sin tener estudios: “me transformé de una chica en un dormitorio con una pluma en su mano a una mujer profesional”. Y es que nació en una familia culta y ligada a lo académico que decidió que sólo los hermanos asistieran a la universidad. Su capital cultural heredado la ayudó a ser autodidacta, facultad que mencionará en sus ensayos y diarios posteriores como su piedra angular para señalar las desigualdades existentes entre hombres y mujeres. Decir que la habitación está vacía, desnuda, desierta o con faltas, apela al deseo por el cual nos tenemos que regir para llenarla, es un llamado a superar los obstáculos de cada una para abrir camino a una vida llena, rica y saturada de lo que cada una elija. 

Junto a Profesiones para mujeres sus ensayos La muerte de la polilla, Artesanía y Señora de Sévigne destacan en torno a una profunda reflexión de la experiencia de la vida, desde diferentes matices; lo profesional, lo íntimo, la creación y la muerte. Creemos que estos temas rondan toda su literatura, y de ninguna forma decimos que se pueden resumir en estos ensayos, pero sí pueden ser una ventana a aquellos que abundan en sus novelas. 

The death of the moth, título que le dieron a su compilación de ensayos, fue revelado el año 1942 por su esposo Leonard Woolf, a sólo un año de la muerte de la autora. Él, en su nota editorial nos explica que luego de la publicación del Lector común (1925) y su segunda parte publicada en 1932, Virginia Woolf ya estaba reuniendo ensayos para otro volúmen. 

Uno de los temas recurrentes en los ensayos de Virginia es la biografía, y es que este era un fantasma para Woolf, uno que tuvo que desterrar. Ella fue hija de Leslie Stephen, famoso autor del Diccionario biográfico, y durante su vida creativa ella se encargó de cuestionar la posibilidad de escribir una biografía. ¿Cómo contar la vida de alguien si ese alguien está lejano a nosotros en el tiempo y solo nos queda revisar registros antiguos? Se dice que entre una novela y una biografía la verdad siempre está más cerca de la última. Virginia no estaba de acuerdo. 

Esta inviabilidad la puso en manifiesto en Orlando, que publicó con el subtítulo de una biografía. Esto hizo que en sus primeros meses el libro no vendiera mucho ya que no lo habían puesto en la sección de novela. En este libro seguimos la vida de Orlando, el protagonista que un día amanece convertido en mujer sin que esto le represente un mayor trauma. Su vida sigue por trescientos años y los intentos de su biógrafo demuestran la incapacidad de la biografía. Virginia no se contentó sólo con este intento sino que después cuestionó la idea de que las biografías sólo eran para hombres importantes al publicar una nueva biografía de un perro; Flush, que era la mascota de la poeta Elizabeth Barrett Browning. Todo este dilema en torno a la biografía lo explorará con detención en su ensayo el Arte de la biografía, donde denotó la importancia de mirar no solo lo extraordinario ni grandilocuencias de una vida, sino la belleza de lo cotidiano y lo común. 

Virginia Woolf fue también una prolífica colaboradora en periódicos y revistas literarias, espacios donde publicó artículos que ampliaban las discusiones sobre la literatura, el arte y la sociedad. Su estilo ensayístico fluido y persuasivo capturó a lectores de todas las épocas. Su reflexión sobre la condición de la mujer escritora y el papel de la literatura en la construcción de una cultura más inclusiva continúa siendo un tema de debate académico y cultural. Sus cartas han revelado una faceta más personal de la autora, este género ocupaba un lugar primordial en su escritura diaria, y es que parte de su rutina de la tarde, después del té, era sentarse a escribir y responder cartas. A través de ellas, podemos vislumbrar sus pensamientos sobre la escritura, su proceso creativo y sus relaciones con figuras literarias. Este intercambio epistolar también evidencia su profundo interés por entender y redefinir las estructuras literarias y sociales de su tiempo.

En el aniversario de su nacimiento, recordamos a Virginia Woolf como una autora que no solo escribió para su tiempo, sino también para el futuro. Su capacidad para cuestionar, innovar y soñar hizo de su obra un faro que ilumina la literatura contemporánea. Explorar sus novelas, ensayos, artículos, cartas y diarios es un recordatorio de que la escritura es una herramienta poderosa para desafiar el status quo y construir nuevos mundos.

Te invitamos a redescubrir su obra este fin de semana y a reflexionar sobre el impacto de su escritura en nuestra percepción del arte, la literatura y la vida misma.

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