La corporalidad y el dolor en la obra de Han Kang
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Hoy, 27 de noviembre de 2024, está de cumpleaños la autora surcoreana Han Kang, quien este año ganó el Premio Nobel de Literatura. En sus libros La vegetariana, La clase de griego y Actos humanos el cuerpo humano se convierte en un vehículo para representar acontecimientos y traumas individuales y colectivos. Explora el cuerpo como un espacio de expresión de dolor, violencia y rebeldía.
La literatura de Han Kang se adentra en la profundidad del cuerpo como un territorio de expresión y resistencia. Un lugar donde el dolor personal y colectivo se inscribe con crudeza y lenguaje poético. En La vegetariana, publicada originalmente en Corea en 2007 y traducida al español en 2012 por Sunme Yoon para la editorial argentina Bajo la luna, la protagonista Yeonghye utiliza su cuerpo como un medio de rebelión contra una sociedad que la oprime. Su decisión de dejar de comer carne, y posteriormente, de renunciar a la comida por completo, se convierte en una manifestación extrema de su rechazo a las normas culturales que intentan controlarla. Aquí, el cuerpo no solo es un espacio físico, sino un lienzo donde el sufrimiento se vuelve visible, tangible y desafiante.
El dolor en la obra de Han Kang no se limita al individuo, sino que se expande hacia el trauma colectivo, como ocurre en Actos humanos, publicada originalmente en Corea en 2014 y traducida al español en 2018 por Sunme Yoon para Editorial Rata. Esta novela examina la masacre de Gwangju de 1980, donde el ejército sofocó una sublevación popular provocando miles de muertos. Un evento marcado por una violencia que dejó heridas profundas en la memoria surcoreana. La autora lo explora a través de las experiencias de siete personajes cuyos cuerpos son torturados, mutilados o expuestos a la muerte, y a través de ellos ahonda en el miedo y angustia de no encontrar a los desaparecidos, la culpa del sobreviviente, las pesadillas y los reencuentros.
La autora captura la fragilidad humana y la brutalidad de los sistemas represivos. Pero, más allá de lo físico, Han Kang explora cómo el dolor se traslada al ámbito emocional y espiritual, mostrando cómo el cuerpo herido también es un testimonio silencioso de resistencia y dignidad.
En su narrativa, el cuerpo trasciende lo meramente biológico para convertirse en un espacio de conexión con la naturaleza y con lo sagrado. Si volvemos a su primera novela traducida al español, Yeonghye aspira a una fusión con el mundo vegetal, una transformación que simboliza su deseo de escapar de los límites impuestos por la humanidad y su violencia inherente. Sin embargo, este anhelo también refleja el precio del aislamiento y la incomprensión, ya que su búsqueda la aleja de los vínculos sociales y familiares. La corporalidad, en este contexto, se presenta como una paradoja: un medio de liberación que también implica sacrificio y alienación.
Han Kang escribe sobre el cuerpo con una prosa que combina la sutileza con la brutalidad, una mezcla que refleja la complejidad de las experiencias humanas que retrata. Su estilo minimalista y su capacidad para capturar momentos de intensa visceralidad crean una atmósfera de la cual no podemos escapar. De ahí viene el impacto emocional de sus historias.
Esta representación del dolor no es gratuita, sino que invita a una reflexión profunda sobre la capacidad del ser humano para soportar, transformar y, a veces, trascender el sufrimiento.
Han Kang en sus novelas nos recuerda que la corporalidad es intrínseca a la experiencia humana. Una verdad que conecta nuestras fragilidades más íntimas y profundas con las luchas colectivas. A través de sus personajes y su exploración del cuerpo, la autora plantea preguntas fundamentales sobre la resistencia y la posibilidad de encontrar sentido en el sufrimiento. Su literatura no solo nos obliga a mirar el dolor de frente, sino también encontrar en él un espejo de nuestra propia humanidad.