Emily Dickinson: Entre pétalos y versos

Emily Dickinson: Entre pétalos y versos

Hoy, martes 10 de diciembre, es el natalicio de Emily Dickinson, una de las escritoras más singulares e importantes de la poesía norteamericana. Su estilo singular se destacó por usar versos cortos y palabras coloquiales para brindar una sensación de familiaridad y acercar su visión única del mundo. Entre las temáticas de su escritura destacan las que dan cuenta de su profundo conocimiento en torno a la naturaleza y astronomía. 


Al igual que otras autoras del siglo XIX, mantuvo su carrera como escritora en el anonimato y su obra no fue publicada hasta después de su muerte. Perteneció a una familia de Nueva Inglaterra, que llegó a Massachusetts en la primera oleada migratoria puritana. Vivía con sus padres y estudió en el Amherst Academy, para luego ir al seminario femenino Mount Holyoke antes de volver a su casa de Amherst. Desde pequeña Emily destacó en sus estudios, y dejó clara su inteligencia y afinidad a conocimientos de botánica, historia natural, astronomía, floricultura, literatura, griego y latín. 


Desde joven encontró en las flores y plantas un refugio y una fuente inagotable de inspiración. Su herbario, cuidadosamente preservado, nos habla de una mente curiosa y apasionada, que encontraba en los detalles más pequeños de la naturaleza el germen de lo sublime. Con más de 400 especímenes recolectados y clasificados, este proyecto demuestra cómo su vínculo con el mundo natural no era solo estético, sino también científico y metódico. Las flores y plantas prensadas en una bella composición iban acompañadas de sus respectivos nombres en Latín. 


Tenía 20 años cuando comenzó a escribir sus primeros poemas en 1850. Se tienen pocos detalles de su vida privada, pero se le recuerda como una adolescente excéntrica. A partir de 1862 eligió tener una vida solitaria y aislada, donde la escritura y el registro de plantas se convirtió en la forma de escapar de la monotonía y del sentimiento de no encajar con su entorno.


La botánica no solo alimentó su espíritu, sino que moldeó su poesía. En sus versos, las abejas, los tréboles, y los colibríes no son simples referencias decorativas; son portadores de significado, metáforas vibrantes que revelan la complejidad de la vida y la muerte; la fugacidad del tiempo y la eternidad de lo sencillo. Dickinson observaba el mundo natural con la precisión de una científica, pero lo reinterpretaba con la sensibilidad de una artista. 

"Para hacer una pradera basta un trébol y una abeja, / un trébol y una abeja, / y ensueño. / Con ensueño basta / Si las abejas escasean”. Este poema es el número 1755 en su numeración estándar, compilada por Thomas H. Johnson en The Complete Poems of Emily Dickinson (1955). Dickinson no titulaba sus poemas, por lo que generalmente se hace referencia a ellos por su primer verso o por su número en las ediciones críticas (el poema en su idioma original es este: To make a prairie it takes a clover and one bee / One clover, and a bee / And revery / The revery alone will do / If bees are few)

En este poema breve pero luminoso, Emily nos recuerda que la naturaleza no solo vive en el exterior, sino que también puede florecer en nuestra imaginación. En el libro Un rumor entre los árboles, la editorial Alquimia reunió una selección de poemas referidos a la naturaleza incluídos originalmente en el volumen Selected poems of Emily Dickinson (EEUU, Sterling Publishing, 2016). Y una segunda parte dedicada a los pájaros reunida en el volumen A bird came down the walk (EEUU, Ragged Hand, 2021). Estos poemas vinculan su praxis de la palabra con una amplia variedad de especies vegetales y de pájaros, pues su poesía cobra vida a partir de la dedicada reflexión y contemplación de su entorno natural. En esta cuidada edición se ha incorporado el original de todos los poemas y se han dispuesto con la primera línea entre paréntesis a manera de título.  

En el cumpleaños de Dickinson, celebremos su capacidad de mirar el mundo con ojos atentos y transformar lo ordinario en extraordinario. Sus palabras nos invitan a redescubrir los milagros diminutos que nos rodean y a honrar la poesía que reside en cada pétalo, cada hoja y cada abeja que zumba cerca. 



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